Sus mano, blancas, arrugadas y cansadas de trabajar cuentan al mundo, en silencio, las injusticias de una dura vida pasada.
Ella, no hace falta nadie mas, alumbra a la ermita entera, con sus historias, esa gracia que le hace una mujer de la tierra, una madre, hija, abuela, hermana extremeña.
Esta noche, de nuevo pediré encontrarme contigo en uno de esos sueños que unen tu mundo y el mío.
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